sábado, junio 26, 2010

FAMILIAS ROTAS...



"Lo importante no es mantener hasta el final una familia desestructurada por el bien de los hijos sino crear ambientes seguros en los cuales poderlos criar"
Equilibra la nueva convivencia
En este artículo me gustaría ahondar en el tema de la separación y como ésta puede afectar a nuestros hijos, cómo se viven las relaciones posteriores y cuál será el mejor ambiente para criarlos.A diario pienso en como hacer sufrir lo menos posible a los hijos y esa respuesta es la que espero transmitir con estas letras.
Mi punto de vista aquí no será del todo objetivo porque yo también rompí una familia, que ya no se mantenía demasiado en pie, pero pienso que el hecho de estar yo misma involucrada me hace poder entender mejor la forma en que viven esa experiencia de ruptura los diferentes miembros de una familia.
Cuando una pareja o alguno de sus componentes percibe que el deseo se ha perdido, el amor se ha desvanecido, las peleas y malentendidos son demasiado continuados, han encontrado el amor en otra parte o han sido víctimas de infidelidad cabe esperar que se produzca la primera comunicación entre ellos que les conduzca a un terapeuta de pareja o al abogado para tramitar el divorcio. Si ambos son aparentemente "civilizados" se supone llegarán a un entendimiento pero habitualmente esto no es lo más común.
Si uno es o se siente "víctima" de la "maldad" del otro miembro por querer el divorcio, hará todo lo posible en una primera instancia por recuperar a su "media naranja". Mostrarán conductas histéricas, intentos de suicidio para llamar su atención y tocar la fibra sensible en el complejo mundo de los sentimientos del otro. Suele corresponder a este tipo de personas aquellas dependientes que han estructurado su propia vida como si perteneciera al otro. Su felicidad depende del otro y sin él, no saben vivir.
Detrás de este abanico de conductas destinadas a mantenerse aferradas a su pareja podemos encontrar un sentimiento de humillación que les hace intentar recuperar al otro para posteriormente, meses o años más tarde, devolverles la jugada. Pareceremos tristes y que el mundo se derrumba a nuestros pies pero en nuestro cerebro ya andamos maquinando la venganza. Esta es la crueldad del ser humano y ¿nosotros somos los que hablamos de humanidad?
Cuando ya todo está perdido, sólo nos cabe aceptar el destino de un camino en soledad pero como el orgullo pronto se recupera sentiremos siempre el dolor en nuestro ser causado por aquella ruptura y ése se transformará en imposiciones, críticas, demandas, etc… al "culpable" de nuestra actual situación.
La posición que yo ocupé en mi propia historia fue la de "culpable" y eso motivó mucho sentimiento de culpa en mi interior principalmente por mis hijos que vivirían una experiencia "traumática", creía incorrectamente yo, por mi egoísta conducta. Años antes, cuando todavía no había nacido mi hijo,mi tercer hijo, tuve la oportunidad de llevar a cabo el paso que luego di pero sus súplicas, sus pedidos de perdón, sus no va a pasar más y mi inmadurez no lo realizaron. Las cosas suelen producirse siempre cuando deben ser, nunca antes, así es que nunca me arrepentí de ello porque eso hubiera supuesto no haber traído al mundo a mi tercer hijo.
Cuando planteas una separación no sabes demasiado bien si tú la soportarás pero sí sabes que ya no quieres proseguir con "el engaño". Creo que debes ser honesta con tus propios sentimientos y respetuosa con los actos que realices por ello la sinceridad en una relación para mí es primordial. Lo que ocurre es que habitualmente no se coincide en las decisiones y siempre o casi siempre, los miembros de la pareja representan papeles opuestos. Por mucho diálogo que se intente mediar entre ambos, los sentimientos negativos reaparecen una y otra vez y el resentimiento pone fin a la comunicación.
Nunca hay que mantener una relación por el supuesto bien de los hijos porque esa es la mayor equivocación del mundo. ¿Tú les habrías pedido a tus padres que se siguieran aguantando porque te habían tenido? Seguro que no hubieras sido tan injusta. Si una relación pende por todos lados, darás mayor equilibrio a tus hijos si la rompes civilizadamente de forma que siempre en la cuestión que os une exista un continuo diálogo e implicación.
Una vez decidida la ruptura es importante que ambos progenitores hablen con los hijos habidos, exponiéndoles la decisión, dejando sumamente claro que ellos no tienen nada que ver con eso y recalcando que seguirán manteniendo la misma relación con ellos, con la única diferencia de que sólo uno de ellos vivirá bajo el mismo techo de los niños. Si el niño tiene por ejemplo, 6 años, podrá pensar si no recibiera ningún tipo de información que fue por algo que él hizo o dijo y eso le hará sentir terriblemente mal, por ello insisto en este punto. Nunca penséis que el niño es demasiado pequeño, que no entenderá nada porque siempre es necesaria una explicación evidentemente adecuada al propio lenguaje del pequeño.
Cuando tratamos con adolescentes su forma de reaccionar puede ser distinta: algunos parecerán no afectos pero el sentimiento mellará en su interior, otros sentirán inclinación por uno u otro buscando responsables o inclusive agrediendo verbalmente al otro y otros, pueden seguirse sintiendo culpables por muchas explicaciones que les des. Ésa es, por tanto, la peor época para decidir llevar a cabo una separación, pero si es ése el momento adecuado, pues tampoco deberéis frenarlo. El período de la adolescencia será el más delicado y será importante mantener un sostenido contacto para averiguar ese bullicioso interior.
En nuestro caso se los explicamos nuestros hijos tenían 16, 14 y 5... los grandes obviamente preguntaron, buscando culpables. Nunca se les engañó ni mintió y procuramos por ambas partes que viviera de forma positiva la experiencia.
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La finalidad es el bienestar del niño y por ello nosotros, los padres,debemos actuar maduramente prescindiendo de anteponer sentimientos o emociones negativas al equilibrio que necesita su entorno. No se trata de separarse o no sino de saber llevar el "después" fomentando una unidad estable que armonice de forma adecuada los diferentes miembros que la forman.
Gloria Marsellach Umbert - Psicólogo
Adaptado a mi propia experiencia de vida.
MARIA CLAUDIA

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